🦠 El misterio de la isla de Tökland (y la trampa de la inspiración)

Me acaba de volar la cabeza muy fuerte. Hoy, Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil, me ha venido a la mente Joan Manuel Gisbert, autor a quien leímos en el colegio e incluso pudimos conocer allí mismo: recuerdo lo mucho que me impresionó ver a un escritor en persona por primera vez. Habíamos leído El misterio de la isla de Tökland, y me había encantado. Más que eso: me había abierto las puertas a un tipo de historias que yo no conocía. 

El caso es que he buscado de qué iba la novela -habrán pasado unos veinte años de aquello- y me he quedado bastante estupefacto con lo tramposa que puede llegar a ser la inspiración: hace un tiempo apunté una idea para un relato relacionada con un millonario y filántropo armenio refugiado en una isla a la que acude un periodista para participar en cierta cosa. Esto que sigue es la sinopsis de El misterio de la isla de Tökland: un excéntrico millonario llamado Anastase Kazatzkian ha construido un prodigioso laberinto en una isla perdida en el Índico, a la que acude un periodista para resolver el enigma. En fin. Cualquier parecido con la coincidencia es pura realidad.

Ahora me doy cuenta de que el universo gisbertiano -con sus Leyendas del planeta Thámyris, El museo de los sueños o El misterio de la mujer autómata- me marcó profundamente, tan profundo que no había reparado en ello, pero sus ideas han permanecido escondidas en el fondo de mi forma de escribir y de leer. Joan Manuel Gisbert es un escritor del club de Borges, de Cunqueiro, de Gárgoris y Habidis. Voy a volver a leerme sus libros que ya leí, y en cuanto pueda, a hacerme con todos los demás que ha publicado: más de sesenta. Voy a completar mi Biblioteca Gisbert. Es lo mínimo. 


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