Los fans de sagas como Alien o Depredador llevamos años sufriendo decepción tras decepción. Nos hacemos ilusiones ante cada nueva entrega y acabamos saliendo del cine gimoteando o maldiciendo en varios idiomas. Me pasó con Predators, con Alien vs Predator 2 y me ha pasado con Prometheus. La culpa es mía por haber confiado en la capacidad del infame Lindelof, uno de los artífices de la gigantesca burbuja que fue Lost, una serie cuyo principal mérito consistió en lograr estafar a millones de espectadores durante seis temporadas generándoles unas expectativas que los propios guionistas sabían que nunca se iban a cumplir por su propia incapacidad para resolverlas.
Lindelof juega con un recurso que bien empleado puede hacer de una novela de suspense una obra de culto, como en La investigación, de Lem, donde se apela a la imaginación del lector para construir partes de la trama esenciales que no se terminan de definir. Pero Lindelof no sabe hacerlo. Principalmente porque los autores que se han arriesgado a narrar una historia con esta estructura y les ha salido bien la jugada, han conseguido mantener una coherencia interna que en Prometheus o Lost no existe. Dejar cabos sueltos o confundir al lector/espectador no es un valor en sí mismo; de hecho, ni siquiera es difícil. El misterio no es sinónimo de incongruencia. De la misma manera, abusar de referentes sesudos hasta convertir una película o una serie en una amalgama de simbolismos sin anclaje alguno a los hechos, provoca una borrachera de pseudo-intelectualismo que acaba en náusea y arcada. Probablemente Lindelof se considere un gran erudito por introducir todos estos elementos, pero la triste realidad es que no tiene ni idea de como manejarlos. Le han sobrepasado.
El espectador de Prometheus va a poder ver un film estéticamente sensacional: el diseño de naves, equipo, construcciones alienígenas o vestuario está muy logrado; por otra parte, los paisajes son evocadores e inquietantes, muchas imágenes son de gran belleza. El trabajo de los actores alcanza su máximo exponente en las interpretaciones de Michael Fassbender y Noomi Rapace, que consiguen sacar el máximo partido a dos personajes ligeramente mejor construidos que el resto, pese a que el balance global es catastrófico. Sus acciones o razonamientos son absolutamente increíbles. Sencillamente, su comportamiento no tiene sentido. Como no lo tiene el desarrollo de la historia. Si bien su director se encargó de garantizar que la película “compartiría ADN” con Alien, pero que no sería exactamente una precuela, en la práctica, los xenomorfos están presentes en todo momento sin justificación alguna. Desde la imagen de uno de ellos crucificado [WTF!] hasta el nacimiento de otro bastante raro al final, pasando por su método de reproducción solo que más retorcido e inexplicable. Las referencias mitológicas, que van de hebreas a griegas, pasando por un sinfín de clichés cristianos, son pretenciosas y carentes de toda lógica. Pretenden impresionar a un espectador sin demasiado conocimiento sobre ellas, abrumarlo, pero rascando un poco en la superficie se ve que tras la poderosa figura que da título al film, solo hay el más terrible e insípido vacuum. Sin embargo la premisa no era mala del todo: la Humanidad, creadora de inteligencia artificial, se enfrenta a una situación tan traumática como la que supondría conocer a nuestros propios creadores. Creador, quién te ha creado. Pero a continuación, todo se vuelve confuso y endeble. Una compañía multibillonaria organiza una expedición a una luna lejana de la que desconocen prácticamente todo basándose en unas pinturas rupestres no demasiado precisas, que sin embargo, les indican el camino correcto sin problemas. Una vez allí, se desata el caos, aunque tampoco entendemos bien por qué. A partir de ese momento hay de todo: un superhumano con muy mala hostia y peor despertar, un zombie forzudo cabreadísimo, un virus o algo parecido en una especie de líquido negro que al parecer tiene múltiples propiedades a cada cuál menos entendible, unos parásitos con forma de calamar de los que no me pidas que te explique su origen, un androide (o dos) con unas intenciones nada claras, hologramas que -¡milagro!- sirven de lubricante a la trama, tripulantes que pasan de cobardes a heroicos en cuestión de segundos, intuiciones de los personajes muy elaboradas a las que llegan por inspiración divina, o un tipo muy mal caracterizado de anciano, que es un polizón en su propia expedición -¿por qué?-.
Al final, nada de respuestas, y sí la advertencia de que probablemente este desastre tendrá secuelas. Un planteamiento interesante que se va por el retrete por la ineptitud y la arrogancia de sus arquitectos. Emergen los créditos y no sabemos qué ha pasado durante dos horas. ¿Nos crearon? ¿Crearon a los xenomorfos (aliens)? ¿Querían extinguirnos? ¿Sabían que existíamos? ¿El chapapote espacial era un arma? ¿Charlize Theron es un robot? ¿Jesucristo fue un Ingeniero -porque de esta manera tan original llaman a los musculados demiurgos-? Nobody knows, ni mucho menos Lindelof o Scott.
A continuación, una batería de preguntas que se me ocurren tras el visionado de Prometheus:
¿Por qué el geólogo y cartógrafo no sabe orientarse, aúlla y se asusta tanto? ¿Por qué se convirte en zombie cuando le cae el líquido negro? Si tenemos un ADN idéntico a los ingenieros, ¿por qué somos tan distintos? ¿De dónde se sacan la conclusión de que quieren destruirnos? Si es así, ¿por qué? Charlize Theron es un ginoide, ¿no? ¿Pero qué sentido tiene su personaje en la película? ¿Por qué su padre/creador no quiere verla y prefiere a su hijo? ¿Por qué tiene un kit de curación super-avanzado que solo admite varones si ella es mujer -en el caso de que no sea un robot-? ¿Por qué Fassbender envenena al prota? ¿Por curiosidad? ¿Por llevarse un ejemplar de calamar espacial a casa? ¿Por qué nadie le hace ni puto caso a Rapace tras dar a luz al calamar que le transfiere su novio, pese a que va ensangrentada y en paños menores por la nave? ¿Por qué a ella se le forma un calamar y al Ingeniero [con el que compartimos ADN] un alien? A ver si lo he entendido, el zumo negro ese genera unos bichos que te violan y te meten un calamar en formato embrión, que luego nace, viola a otro, y ya de ahí aparece un alien… ¿es así? Es como el sistema de alien, ¿pero con un paso más? ¿El monje del principio se inmola para llenar de vida el planeta? Si es así, ¿por qué se zumba ese mejunje cuyo efecto es deteriorar el ADN, del que sobrevive un poco de milagro? ¿Lo hizo sin querer? ¿No sabía qué iba a pasar? ¿Por qué se van sin él? Sin embargo, luego ¿vuelven a La Tierra? ¿Pero el líquido negro ese qué hace? ¿Matarte, meterte un alien o convertirte en zombie? ¿Por qué despiertan a un culturista espacial con esa tranquilidad? Sabiendo lo que hacemos nosotros con nuestros congéneres, ¿no imaginan que puede ser un poco violento? Si la tormenta del principio se mueve a 200km/h y está cargada de electricidad a lo bestia, ¿cómo no los coge? Y luego, ¿cómo no los fríe? ¿Por qué el mejor biólogo que el dinero puede comprar es tan imprudente ante una especie desconocida en una nave desconocida llena de cadáveres? ¿Por qué dejaron hologramas por todas partes que se activan de repente? ¿Por qué les sale de la cabeza el bicho a veces y otras por el pecho? ¿Por qué sin tener datos concluyentes sobre el destino del Ingeniero, tres personas deciden inmolarse sin titubear y encima se marcan una broma justo antes de reventar? ¿Por qué el Ingeniero llega hasta la cápsula sin escafandra? ¿Cómo sabe el androide que hay más naves por ahí enterradas? ¿Por qué los space-jockeys no mantienen las proporciones con el que aparece en Alien?
Bonus:
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