Hoy el banco me ha hecho una jugada de esas para recordar, que he descubierto con estupefacción al bajar, ingenuo de mí, a ingresar un dinero. La historia es la siguiente, tras meses de inactividad económica, he cobrado unos pocos euros, que necesitaba meter en la cuenta para pagar una factura. Al bajar a la sucursal cercana a mi casa, en un día lluvioso y gris, incubando una gripe, la cajera me ha dicho que los ingresos solo se pueden hacer mediante el cajero automático. Siguiendo su consejo, me he dispuesto a ello, pero cuando ya estaba en ello, y la operación parecía haberse realizado con éxito, la amable máquina me ha devuelto el dinero, escupiéndolo sin compasión, debido a “problemas técnicos transitorios”. Le he comentado a la señorita que la tarjeta era nueva, me la habían mandado hacía un par de semanas, por lo que me ha recomendado que probase en el de la calle, mientras ella permanecía sentada en una oficina sin ningún tipo de ajetreo, por estar en un barrio desangelado como el mío. Probablemente estaría muy ocupada colgando fotos en Tuenti como para atenderme con más mimo. Pues bien, salgo a la calle, mojándome, para comprobar que mi sucio dinero tampoco era válido para ese aparato infernal. Al volver a entrar, la chica abandona sus quehaceres, hace un par de averiguaciones y me dice lo siguiente:
“Uy, pero es que no tienes cuenta.”
Tras emplear un par de segundos en asimilar la información le digo que eso es imposible, que claro que tengo cuenta. Me responde que ya no, que me la han cancelado por estar unos meses sin movimiento. Le digo que no puede ser (pobre de mí), que me habían enviado de hecho una tarjeta hacía quince días. Me dice que debía ser un error, pero que no existía tal cuenta, que en efecto me la habían cancelado. Le respondo educadamente que no salgo de mi asombro, y me aconseja que espere a que el director vuelva de su almuerzo. Abandono la solitaria sucursal, propia de un paraje post-nuclear, y espero al responsable. Veinte minutos de espera después vuelvo a casa a seguir trabajando, me tomo un café, y totalmente consternado, decido volver a bajar. El director, con un rostro prácticamente idéntico al del jugador Di María, me recibe con saludos de colega de toda la vida, pese a que como me reconocería después, no me había visto en su puta vida. Le pido explicaciones y me dice que es que, por órdenes del Banco de España, las cuentas sin movimiento se cancelan de manera unilateral pasado un tiempo, porque según él “generan gastos al banco”. Le pregunto, literalmente, que qué gastos le puede generar semejante tontería a un monstruo como su entidad, y me dice que «esto que ves en la pantalla, por estar ahí (un número de cuenta digital), cuesta trece euros semestralmente», y que como no me lo pueden cargar a nada, pues que como comprenderé, él (atribuyéndose un poder que evidentemente no tiene) no va a hacerse cargo de mis gastos. Le respondo que sus argumentaciones bancarias son muy creíbles si jugamos a su juego, pero que me parece una aberración, especialmente porque mi tarjeta no genera gastos porque es joven (e inexperta). Me contesta que en ese caso genera otro tipo de gastos, administrativos, algo tan vago y ambiguo como Los mercados. Le digo que ahora entiendo por qué son tan rentables los bancos. En ese momento su móvil suena, y tras haber esperado toda la mañana, me deja en la estacada durante seis largos minutos. Al volver recupera el hilo de la conversación, hablándome con un tono pseudo paternalista, diciéndome que él quiere ser mi banco [sic], que a ver qué podemos hacer. No quiero hacer nada, simplemente quiero una explicación, le contesto. Entonces, en un arrebato de corporativismo, me explica cómo se trabaja con ellos. Me explica que un cliente suyo se quejaba de que le estaban cobrando unas comisiones que no le salían a cuenta, y que eso se debía a que el hombre “sólo” tenía la cuenta para pagar la hipoteca, que lo rentable es hacerlo todo con ellos.
Sin poder aguantar más, he saltado sobre él y he comenzado a golpearle con la grapadora que tenía sobre el escritorio en múltiples puntos de convergencia nerviosa del cuerpo, para tratar de provocarle una parálisis del riego a lo Xena, la princesa guerrera, mientras varios brazos me sujetaban entre gritos de asombro y vítores por parte de otras víctimas. De repente he vuelto a la realidad, tras esa breve ensoñación, y él seguía ahí, contándome monsergas absurdas sobre las políticas del banco. Me contaba que si quería podíamos abrir una nueva cuenta, sólo que ahora todas las entidades bancarias requieren algún documento para ver qué ingresos tengo. Si soy estudiante, la matrícula; si trabajo, el contrato; etc., etc. Es decir, si me quiero abrir una cuenta para ingresar las estrenas que me da mi abuela por Navidad, qué debo hacer, ¿llevarle el Libro de familia? Le he comentado que finalmente nos van a obligar a guardar el dinero bajo el colchón, que estaba harto de la impunidad con que hacen las cosas. En plan amiguete cómplice ha seguido vomitando directrices de la entidad a cada cual más grotesca, aclarándome que me entendía. Pero yo sé que él no entiende nada, y si lo entiende, le da igual.
Lo gracioso del asunto es que la cuenta tenía otro titular que vive en Sevilla. Le he preguntado que qué podía hacer, ¿ir hasta allá con los papeles a que me los firmase y volver de nuevo? El resumen: cuando no tienes dinero, estás despedido (porque al final parece que trabajemos para ellos, en lugar de ser sus clientes); si lo tienes, bienvenido, pero con condiciones. Finalmente le he comentado que van a tener mucho trabajo cancelando cuentas unilateralmente, ya que no son pocos los españoles sin movimiento en sus cuentas.
Todo esto que cuento es verídico, ha ocurrido de esta manera, lamentablemente. Imagino que todo el mundo tendrá experiencias similares. Yo lo dicho, a partir de ahora, haré un agujero en el monte y meteré en un pequeño cofre mis exiguos ahorros. Mucho más seguro que meterlo en los picos de estos buitres. Con todo ello, me consta que hay quien no tiene alternativa (hipotecas, nóminas y demás). Los que la tengamos, hagamos algo. Por lo menos pidamos explicaciones, tal vez haga entrar en razón a alguien, cliente o trabajador que nos escuche.
Este banco está ocupado por un padre y por un hijo
Comentarios
4 respuestas a «Este banco está ocupado por un padre y por un hijo»
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Increíble…
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¿No será?:
Este banco que está ocupado por un padre y por un hijo de P..
¿Qué comentario añadir a esta entrada y la siguiente «El circo»?. Pues, eso, este enlace:
http://www.attac.tv/altermedia/2010/10/549
Saludos
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