Desinformación: Ruidos y silencios mediáticos

El post que escribo a continuación no es un alegato a favor de alguien o un ataque frontal contra un medio en concreto. Es, a decir verdad, una reflexión. Matizo esto para que no se me tache de nada. Intento tener criterio y no adscribirme a ciegas a lo primero que se cruza en mi camino. El corporativismo exacerbado, la identificación absoluta con una doctrina o pensamiento, el desprecio a lo que no entendemos o conocemos; todo esto, me parece siempre un error por definición. Mi tono dista bastante de ser sosegado, me consta. Pero repito, lo que leerán no es un manifiesto partidista, no persigo a nadie en concreto, simplemente intento ordenar ideas que acuden a mi cabeza y compartirlas.

Aclarado esto, planteo la siguiente pregunta, ¿qué está pasando con los medios de comunicación? Sé que es una cuestión muy manida, tratada en innumerables foros, tertulias y demás. De hecho, en mi carrera, he estudiado este tema hasta la saciedad. Pero ahora enserio, ¿qué ocurre? ¿Hacia dónde se dirigen? El eje de este post es un hecho acontecido recientemente. La defenestración como colaborador del director de cine Nacho Vigalondo, blogger de El País. Para quien no lo sepa, Vigalondo, escribió en su twitter “El Holocausto fue un montaje”. Estas fatídicas palabras, fuera de contexto, hacen pensar que es un negacionista, un antisemita. Lo siguiente que colgó, que pasó desapercibido ante la polémica levantada con el primero, fue: “La bala mágica que mató a Kennedy todavía no ha aterrizado”. Como se puede comprobar, ambos tweets no eran más que una broma, de mejor o peor gusto, que el propio autor explica en sus últimos estertores como escritor para el periódico El País. El público fue jaleado oportunamente en varias ocasiones, cuando las aguas ya se habían calmado, para que pidiese su cabeza en una bandeja de plata, a lo Salomé. Adjunto aquí la explicación que da en su penúltimo post:

El pasado viernes noche, en circunstancias más festivas que otra cosa, comprobando que había alcanzado la cifra sonora de 50.000 followers, decidí twittear diferentes versiones de un mismo gag: Imaginemos que yo fuese un villano de opereta con un plan maléfico, consistente en acaparar followers con excusas falsas (una carrera como cineasta) y, cuando acumulase un número lo suficientemente alto, sembrar el caos con mensajes devastadores. La idea era twittear un puñado de esas revelaciones, pero sólo me quedé en dos… “El holocausto fue un montaje” y “La bala mágica que mató a Kennedy todavía no ha aterrizado”. La conversación se desvió porque el primer mensaje había acaparado demasiado protagonismo.

Lo que siguió, él mismo lo explica, podéis verlo en el enlace que adjunto al final. El resumen es que el diario ha prescindido fulminantemente de él, que hasta entonces, había sido uno de los baluartes y cabezas visibles de la marca, campaña con Ipad incluida. Es muy curioso ver como todo el mundo se rasga las vestiduras ante la broma de Vigalondo, que pese a tratar un tema tan doloroso para muchos, no deja de ser algo jocoso que en absoluto pretende herir a quienes padecieron tal barbarie. Es curioso, porque sin embargo, luego, en nuestra vida diaria, todos nos reímos de chistes que ofenden a otras personas o colectivos, sin que nos parezca algo condenable. Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra, que decía alguien muy conocido. Es obvio que Vigalondo, al estar amparado por un medio de comunicación de masas, tiene lo que se llama, responsabilidad social, desde luego. ¿Pero no es un acto responsable tratar de avanzar y superar hasta lo más grave? El humor es una buena vía para ello. Otro asunto sería que el autor del comentario fuese un ferviente seguidor del Führer. Pero no lo es.

Los españoles, como cualquier otra sociedad, tenemos ciertos temas tabú, de los que no se puede decir una palabra que se salga de lo políticamente correcto. Qué paradoja, ¿qué cojones significa políticamente correcto? Me parecen dos términos que no pueden ir nunca de la mano. Vemos constantemente cómo los medios nos engañan, nos desinforman, nos venden males que realmente no son lo que parecen ser (véase el gran fake de la Gripe A, epidemia que nos extinguiría y que al final causó menos daño que la gripe común), frivolizan con sucesos terribles, enjuician a personas en directo sin reparar luego las consecuencias que se pueden haber derivado de su campaña, nos crispan y atemorizan con parrillas informativas en las que sólo figuran crímenes y violencia, y ah, deporte. La ciencia no existe, los actos positivos de las personas tampoco, de la cultura al margen de La Academia, ni hablamos. Enciendo la televisión a mediodía y sólo veo lo peor de lo que es capaz el ser humano. ¿No existe nada más? Prisa se fusiona con Telecinco, siguiendo una máxima que firmó el gran Groucho: Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros. Pero pese a esto, pese a actuar en contra de la ideología que venden, no en la que creen, que es nada más y nada menos que en la religión del dinero; despiden a un colaborador sin derecho a réplica basándose en argumentos éticos. Vigalondo pide perdón públicamente, y de igual manera, se le finiquita. ¿Dónde ha quedado aquello del perdón? Se ha retractado, ha explicado lo ocurrido, se ha vuelto a retractar. ¿Es necesaria su cabeza? Todo esto es fruto de la violencia estructural de nuestras sociedades, que prefieren sacrificar antes que recapacitar. Es más rápido y da ejemplo. Las cosas, como decía Homer Simpson, pueden hacerse de tres maneras: A las buenas, a las malas, o a la manera de Max Power, que es a las malas pero más rápido. Pero el ejemplo, la moraleja de todo esto es en realidad, que para el grupo Prisa, las personas son prescindibles, sin embargo, el dinero no. Para quien no lo sepa, el público es única y exclusivamente una mercancía, un producto, que se le vende a las empresas que se anuncian en un medio. Cuantos más espectadores, lectores u oyentes, más ojos u oídos a través de los que penetrará un anuncio, y más impacto para el mismo.

La ecuación es sencilla: Vender miedo + cosificar personas + convertir la hipocresía en algo habitual = Público sumiso e impunidad total para ganar dinero. Un modelo que de hecho no es nuestro, es importado, viene de EEUU. No apunto hacia ellos porque sí cual San Pancracio de televisor, es cierto, es un modelo comunicativo made in USA, que lleva siendo el paradigma décadas. No tengo nada en concreto contra los estadounidenses, es de hecho un país que he visitado y me gusta por múltiples motivos. Su gobierno, es otro cantar. Del mismo modo que pasa en casi todos los países. Generalizar y hacer extensivas a todos los millones de habitantes de ese país las políticas asesinas de sus dirigentes es absurdo. Pero es nuestra inercia, culpar. Culpar a todo el mundo, buscar culpables, buscar cabezas de turco. Alguien tiene que pagar, pero no sé bien por qué. Mientras tanto, una voz te susurra al oído, viene de alguna cadena o periódico. Catástrofes, muerte, desolación, crisis. No hay salida. La frustración y la sensación de a vivir que son dos días, es ideal. Dejamos de comprometernos, y entonces, campan a sus anchas. Cuando la corrupción, como ocurre en mi ciudad, muta en normalidad, se abre la puerta a cualquier desmán. Los mass media, son uno de los brazos del tenebroso ingenio socio-económico. Esto no es una teoría conspirativa, puede comprobarse asomándonos al balcón; ya ni se molestan en ocultarse, ni en esconderse tras un discurso. El discurso es en sí una perversión. En este contexto, ser un hipócrita a nivel superlativo es bien sencillo. Por eso Vigalondo es expulsado, por eso no existe ninguna clase de piedad para él. Da igual que te arrepientas, aunque sea por un breve espacio de tiempo desde que surge la polémica, nos puedes hacer perder unos euros. Y tú vales menos que esos euros.

CNN+ se ha convertido en Gran Hermano 24h, las privadas son clones y cubos de reciclaje de contenidos, los informativos dan más miedo que El Coco, los periódicos se construyen en gran medida con agencias. ¿Qué nos queda? Mucho. Para empezar, TVE, con sus defectos, da pequeños pasos hacia la independencia desde que prescindió de la publicidad, el diario Público no alberga anuncios de prostitución en sus páginas por aquello de la coherencia. Pero sobretodo, el foco de la esperanza, es Internet. En ella se cobijan los irreductibles galos, Periodismo Humano, por citar uno en concreto. Existen también medios que sólo ofrecen buenas noticias, blogs de gran calidad, iniciativas que surgen espontáneamente pero que logran una gran visibilidad, medios locales pequeños pero estables, portales de una gran pluralidad informativa. Lo mejor de todo, es que es un caldo de cultivo para que se materialicen proyectos sin los terribles costes que suponen los medios tradicionales. Según mi punto de vista, el modelo de las grandes cadenas, editoriales y demás conglomerados empresariales, es un barco a la deriva, un paradigma decadente. Se mantiene porque ostentan el control de gran parte de los recursos, no obstante, en otro plano, son una pared que se va desconchando poco a poco, se agrieta, y finalmente cae. Son un velo que se esfuerza por ceñirse a la cara e impedir ver con claridad, pero están perdiendo terreno. Por eso, desde aquí todo mi apoyo a aquellos que con poco hacen mucho, y combaten de forma pacífica y honesta la voracidad de unos medios que comunican, del mismo modo que lo hace un teléfono ocupado.

Enlace:

Explicación de Nacho Vigalondo.

Video: Extracto de Network.

 

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