Que la ilustradora valenciana Paula Bonet es un fenómeno en auge es un hecho; cada vez cuenta con más y más admiradores de su trabajo -de hecho, se cuentan seguramente por muchos miles si atendemos al número de fans de su página en Facebook-, que ya ha recorrido multitud de exposiciones, carteles, camisetas, o libros.
Como todo nombre que se hace muy vuelve visible, no es inmune a la aparición de críticas negativas, pero la cuestión que más me interesa al respecto y que vertebra este artículo tiene que ver con un suceso un tanto particular: la reacción que generó su cartel para el Festival Internacional de Mediometrajes La Cabina en octubre del año pasado en Valencia, con un sinfín de fans arrancándolo ya el primer día para coleccionarlo, y siendo en otras ocasiones maltratado por detractores.
Este es el acontecimiento que da lugar al artículo publicado en el Hype: Entiendo el sentimiento de fascinación por un artista, pero, ¿la animadversión? ¿De dónde procede? ¿Por qué ocurre? Evidentemente no he podido incluir todo lo que querría por limitaciones de espacio, así que propongo que lo debatamos aquí. Tengo varias ideas al respecto que no he desarrollado en profundidad. También hay declaraciones de Paula que por los motivos que mencionaba antes, no cabían. Pero ha sido una experiencia interesante escribir esto. Así como observar las reacciones de la gente que habitualmente me lee.
Justo hablaba el otro día con Héctor Merienda, un buen amigo diseñador, acerca de este tipo de odios y lo innecesarios que son. ¿Qué opinas?
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