Southland Tales, la segunda película dirigida por Richard Kelly -el director de Donnie Darko-, es un despropósito lamentable y pretencioso -muy pretencioso-, una distopía de dos horas y media con armas nucleares, zepelines, energías cuánticas locas, agencias de información más locas todavía, conspiraciones de «neomarxistas» punk, muchas banderas, efectos que ya eran baratos entonces y que han envejecido fatal, un guion sin sentido, numeritos musicales que en fin, un Justin Timberlake que da vergüenza ajena y un intento de parodiar y de crear situaciones disparatadas «de autor» que sale mal. Vacío. Toda la película es un MacGuffin. Lo mejor: The Rock. La protagonizan The Rock y el actor que hacía de Stifler en American Pie. Hay cosas de Donnie Darko, dimensiones, fines del mundo, revelaciones, ojos perdidos y tal, pero en ridículo. Buf.
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