No se me ocurre nada más fascinante que el hecho de poder ver nuevos mundos desde su superficie. Daría lo que fuese por poder poner mis pies terrícolas en el suelo de otro planeta distinto a este, me presentaría como colono voluntario para establecerme en un lugar distinto a La Tierra. Esa sería la mayor de las migraciones posibles y la más asombrosa. Me consta que existe un gran escepticismo respecto a la veracidad de las imágenes que las misiones espaciales han devuelto, especialmente todas las relacionadas con el hombre en la Luna. Dejando al margen este caso, nuestras sondas han pisado distintos cuerpos celestes, entre ellos, Venus, Marte, o Titán (satélite de Saturno). Precisamente es de estos tres de los que adjunto imágenes tomadas desde la superficie.
La primera vez que vi la foto tomada por la sonda Cassini tras su aterrizaje en Titán me quedé mudo. Lo que estaba viendo era un paisaje extraterrestre, el más lejano alcanzado. Nunca entendí por qué no causó mayor revuelo. Esa fotografía era la primera visión de un nuevo horizonte, distinto y nuevo, un misterio revelado, una fantasía hecha realidad. El color amarillento del cielo, las piedras junto al artefacto; todo era desconocido. De la misma manera, me resulta espectacular el poder ver desde mi casa la superficie de Marte, nuestro vecino, al que tal vez alguna vez vayamos a vivir, de forma voluntaria o por no quedar más remedio; o de Venus, capturado por las cámaras de la soviética Venera 13.
Muchos de los que lean este post me tacharán de crédulo, convencidos de que todo esto es pura trampa propagandística. No me importa, si esto es ciencia-ficción en lugar de realidad, prefiero seguir creyendo que he podido ser el espectador de los inicios de uno de los mayores sueños de la Humanidad, la emancipación de nuestra roca-madre con destino a las estrellas.
Marte
Venus
Titán (satélite de Saturno)
Enlaces de interés:
–Aterrizajes en otros planetas (Wikipedia)
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