¿Quién dijo que no se podía? A Rafael Fernández nadie se lo ha puesto fácil, ha sido él mismo, el que con una constancia digna de admirar, se ha ido labrando su carrera como escritor, o como ezcritor, mejor dicho. Esta sutil diferencia en la escritura encierra un gran significado. Porque el escritor, según la RAE, es la persona que escribe; sin embargo, el ezcritor, según mi propia Real Academia, debería definirse como individuo que escribe movido por un sueño y que por ende es capaz de editar, distribuir, promocionar y no morir en el intento.
Conocí a Rafa hace mucho tiempo, en una galaxia lejana, muy lejana, en una presentación poética a la que acudió en calidad de blogger de 20 minutos, ya que había ganado un concurso que le estaba empezando a abrir puertas. Si bien siempre le ha acompañado la polémica, me pareció un tipo majo, agradable, inteligente, pero sobre todo, sincero. Volví a verlo en algunas ocasiones en persona, pero se trasladó a Madrid, y desde entonces hemos hablado principalmente por correo electrónico. Rafa había querido siempre publicar una novela, e incluso en algún momento le comenté la posibilidad de publicar con nosotros, pero él lo rechazó amablemente con un argumento de peso que me remitió a esa sinceridad de la que hablaba: necesitaba ser su propio editor por respeto a todos esos lectores que le seguían y que le ayudaban a continuar hacia delante. Requería un mayor margen de maniobra para poder hacer lo que le saliese de los cojones con sus libros. Y así lo hizo, y así apareció su propia editorial, micabeza.
En muchas ocasiones he hablado de la auto-edición y lo nocivo que puede ser para un autor toparse con una de estas supuestas editoriales que abusan de la buena voluntad de la gente, cobrándoles unos precios increíbles por intermediar con una imprenta y maquetar el libro, fingiendo estar dándole una oportunidad cuando en realidad es él quien costea absolutamente todo, y el que es obligado a vender sin recibir un duro a cambio. Es decir, en estas perversas situaciones, el autor lo hace todo pero le paga a otro. Rafa decidió que si iba a poner toda la carne en el asador, quería comerse él la barbacoa, y la jugada le ha salido redonda. Desde 20 Polvos, no ha parado quieto. Posteriormente apareció Diarios secretos de sexo y libertad, y está en el horno Un bebé. ¿Cuál es el secreto del ezcritor? ¿Cómo lo hace para poder vivir de esto? Bueno, en primer lugar aclarar que no lo verás conduciendo un Porsche, pero tampoco pidiendo o tirado en una cuneta de una carretera de mala muerte, tostándose al sol y en pleno delirium tremens. El ezcritor vive y hace lo que le gusta, y con eso es feliz. Su sistema es la pre-venta, es decir, él explica en qué consiste su próximo trabajo, cuelga vídeo promocional, y si lo adquieres, te mete en los agradecimientos y te llega cómodamente a casa en las fechas que estipula. Una relación absolutamente directa entre escritor y lector, tan directa que sabes que le estás ayudando incluso a hacer la compra del día, como explicaba en un post que escribió agradeciendo a sus lectores el apoyo que le prestan. Para poder hacer esto, no hace falta ser un super-hombre nietzscheano, pero hay que currárselo. Si te fijas en su página, micabeza.net, verás que hay una gran cantidad de material: fotos, vídeos, textos, de todo. La página está constantemente actualizada, y con un estilo cercano y atractivo que engancha. No debe ser casualidad por tanto que el ezcritor, la evolución del escritor de toda la vida, haya aparecido en el número 1 de Orsai, o que incluso haya ayudado en el guión de la última entrega de Torrente, apareciendo Santiago Segura además en un piloto de un proyecto que él llevó a cabo. Rafa no espera a que le lleguen las oportunidades, se las busca, como dice ese anuncio cutre del Banco Sabadell que tan bien ha versionado (puedes verlo al final del post). Él es un ejemplo de cómo salir adelante en la jungla de la literatura del SXXI, con toda esta transición de la industria, la deshumanización, el ebook, la grandísima oferta de títulos, los monstruos editoriales, y demás. Es un Rambo de la narrativa, un tipo que sabe moverse, sobrevivir, y que come cosas que harían vomitar a una cabra, como decía el gran Coronel Trautman.
He creído interesante hablar de su caso, porque la verdad es que siempre me ha impresionado el coraje que le pone al asunto. Para empezar, confía en sí mismo, lo cual no quiere decir que sea arrogante o que no tenga dudas. No me lo ha dicho, pero cualquiera que escriba sabe que siempre se tienen crisis de fe. Él las tendrá, como todos, pero sabe lo que quiere. Quiere ser ezcritor, quiere poder vivir de su pasión e ir con la cabeza bien alta, y dentro de muchos años, echar la vista atrás y comprobar cómo ha conseguido su sueño en vida, que la gente le lea y le quiera. Sin más. Yo también quiero ser ezcritor.
Bonus tracks:
>El Coronel Trautman explica las habilidades de Rambo (¡versiónalo Rafa!)
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