Blatofobia II: Acaba con las cucarachas de tu casa

Nadie sabe cuál fue el origen. Algunos hablan de las obras que levantaron el suelo y dejaron al descubierto el alcantarillado en la Plaza del Ángel. Otros argumentan que es una condición inherente al barrio. Unos pocos lo atribuyen a la mera presencia de un bar de mala muerte en las cercanías. Yo prefiero creer que fue un fenómeno propio de tener un piso deshabitado varios meses en el centro de Valencia en vísperas de primavera. La cuestión es que las prisas al instalarme me llevaron a no proceder como debía. Pospuse el exterminio. Casi lo pago caro.

Hace tiempo escribí un post relativamente amigable acerca de las cucarachas. Me centré principalmente en las americanas. Esas perfectas máquinas de dar asco, enormes, con alas. Unas criaturas que ya aguardan la llegada del buen tiempo en sus cloacas, listas para salir a reclamar lo que creen suyo en un par de meses. Quizás antes. Hoy sin embargo voy a contar mi experiencia con otra especie de la familia. Una menos repugnante, mucho más pequeña. La blatella germanica, o cucaracha alemana.

Si bien las cucarachas americanas son espectaculares y caóticas (aparecen a traición con su color rojo y sus antenas kilométricas y empiezan a correr o a volar por el comedor para desesperación del invadido), la cucaracha alemana es organizada y metódica. Pasa desapercibida hasta que ha reunido un ejército suficiente para comenzar la ampliación de su espacio vital. Su Cuarto Reich. No están interesadas en poblar tu piso al completo -por el momento-. Se centran en anexionarse la cocina. Más tarde lo intentarán con el baño. Para poder unirte a la resistencia y combatirlas, debes conocer al enemigo. No especules, no fantasees. No te dejes llevar por el pánico, ni les atribuyas capacidades asombrosas que no tienen. La cucaracha alemana es en el fondo un insecto bastante vulnerable. Debes saber lo siguiente: no superan los dos centímetros, y pese a que tienen alas, no vuelan. Si las ves en tu casa, quédate tranquilo/a -más o menos-, no son crías del bigardo que hemos mencionado anteriormente. De hecho, las crías de la blatella germanica, a las que probablemente verás de noche cuando enciendas la luz de la cocina correteando aturdidas por el suelo, son muy pequeñas. Un insecto insignificante. Sienten una gran predilección por sitios húmedos, cálidos, estrechos e inaccesibles para ti. No son estúpidas. Afortunadamente, no son hormigas, y su alimentación no se basa en meterse en tu nevera o despensa y pegarse un festín. Prefieren comer restos de azúcar o migas que hayan caído al suelo o a la encimera. Les encanta cualquier cosa que tenga fécula, ten especial precaución con los restos de pan, harina o patata. Por eso, la primera regla para librarte de ellas es mantener los espacios sensibles a su aparición impolutos. No las provoques con tus deliciosos residuos orgánicos esparcidos por doquier. No son de piedra.

Cómo acabar con las cucarachas

He tenido un encontronazo con ellas recientemente, pero no ha sido grave. Como comentaba previamente, con las prisas de la mudanza, fui dejando para más tarde la detección de la presencia de estos animales. No parecía haber ninguna. Hasta que por supuesto, empezamos a cocinar. Fueron apareciendo poco a poco, una o dos algunas noches, no siempre. Minúsculas. Las busqué y creí encontrar su hábitat en los bajos de los muebles, y cerca de la nevera. En esta primera fase de la contienda, me limité a utilizar un spray que pensé, sería suficiente. No directamente sobre ellas, sino rociando zonas específicas y ventilando a conciencia después. Siempre que emplees estos productos, léete bien las instrucciones porque son tóxicos. Desaparecieron, pero al poco, volvieron a intentarlo. Eran algo más grandes, no obstante, repito, su tamaño no es nada alarmante. Si te dan tanto asco como las otras, hazte a un lado y pide ayuda a alguien de tu entorno que no sea tan cobarde como tú. Esta es la segunda regla. Si te asustas, no podrás con ellas. Lo harás mal porque sólo estarás pensando en huir del escenario de la batalla. Ni un paso atrás. Los episodios de encuentros inesperados se sucedieron hasta que mi paciencia llegó a su límite y decidí que mis advertencias estaban cayendo en saco roto. Las hostilidades aumentaron en las zonas fronterizas y la escalada de violencia fue inevitable. Necesitaba encontrar el lugar en que se escondían. Tenía mis sospechas, pero debía confirmarlas antes de pulsar el botón rojo. Por tanto, una noche, tentempié en mano para soportar la espera, aguardé pacientemente hasta que una de ellas se deslizó con nocturnidad y alevosía desde una esquina de la cocina en la que se encuentra el calentador eléctrico. El problema de este enclave es que es cálido, húmedo e inaccesible, como dijimos, y además, en mi caso, se trata de una pared que da al exterior, al patio interior del edificio. Me aproximé a ella para hacerle ver que había cometido el peor error de su corta y nefasta vida. Esperé a que retrocediese despavorida camino de su hogar, y cuando tuve la certeza del lugar exacto al que se dirigía, la eliminé con un movimiento rápido, técnico y efectivo, habitualmente conocido como manotazo. Vencer el asco es el primer paso. Hay que racionalizar la situación. No son tan distintas de un escarabajo u otros insectos que no nos repugnan de esta manera.

Descubierta la guarida, pasé al contraataque. Es importante que prestes atención ahora, si quieres ser un auténtico Napoleón de la lucha anti-cucarachas. Tercera regla: la estrategia es fundamental. También lo son las armas con las que te lances a la ofensiva. Tienen que ser las mejores, de lo contrario, gastarás dinero y salud mental para nada. Hay una diferencia abismal entre un producto y otro. Llegados a este punto, decidí acabar la guerra con un ataque total, bien planificado y contundente. Esa noche terminaba todo. Ellas o yo. No me siento demasiado orgulloso de matar nada, pero en este caso no hay opción, no hay remedio natural que las ponga en fuga, y coincidirás es que no estás dispuesto a compartir tus viandas con estos artrópodos. Para empezar, me hice con un bote de Cucal -es caro, pero es el único que realmente funciona, Dios sabe qué debe llevar- y con unas trampas que permiten que se marchen, no de esas que las retienen allí. Tienen un adhesivo que permite colocarlas en paredes. Son discretas, y además, las ubicarás en lugares ocultos (tras la nevera, bajo el fregadero, cerca de la basura, junto al calentador). No te preocupes por la estética ahora. Si vives con perros o gatos, camúflalas o impide que puedan cogerlas. Vienen en un paquete de seis, ponlas todas, no escatimes recursos. Entran, comen, se marchan y envenenan a toda la colonia. Sé que es cruel, pero es la mejor manera. Tras despejar de alimentos o utensilios de cocina la zona, cerré la puerta, saqué al perro, abrí las ventanas, y marqué con el Cucal sus rutas de desplazamiento. En el bote está bien explicado, sigue las indicaciones. Este napalm mágico funciona de dos maneras: para un exterminio instantáneo fumigado sobre el pobre animal, lo cual no me interesaba; o como barrera química. Esta es su mejor aplicación. Si lo empleas bien, las mantiene a raya. Olvídate de eso de matarlas a todas. No va a ocurrir. Tienes que conseguir que vean tu hogar como el peor infierno posible. Disuádelas de acercarse a él. Que vayan a casa del vecino, lo que sea. Da lo mismo. Líbrate de su presencia, es lo único que importa, es un sálvese quien pueda.

El resultado de esta ofensiva con armas químicas, trampas y cuerpo a cuerpo ha sido positivo. Por supuesto, no me descuido. A partir de que las eches a patadas, tendrás que mantener la vigilancia hasta que llegue el frío de nuevo, y para eso, todavía queda mucho. Recuerda las reglas: higiene, valor, estrategia y armas de destrucción masiva. Y prevención. Ahora es el momento de enfrentarte a ellas y poner medidas. No lo dejes para el verano, porque ya sabes quiénes emergerán entonces. Que tu piso sea una fortaleza inexpugnable en primavera, evitará muchas lágrimas y estrés en julio. Suerte, son. Que nuestros hijos nos perdonen.

Cómo matar cucarachas
Ten valor, si estas elegantes jóvenes pueden ponerse insectos en la cabeza, ¡tú puedes enfrentarte a una cucaracha!

Formación:

Blatella germanica.

Entendiendo al enemigo.


Comentarios

7 respuestas a «Blatofobia II: Acaba con las cucarachas de tu casa»

  1. Imprescindible guia de ofensiva para este verano, tendre cerca mi smartphone con este post en favoritos, son!

    1. Avatar de Edu Reptil
      Edu Reptil

      Dales duro, Mariconetti!

  2. Avatar de flordestiu
    flordestiu

    Hiciste bien en comprar cucal, los insecticidas baratos solo las hacen más fuertes.

    1. Avatar de Edu Reptil
      Edu Reptil

      Creo que el Cucal es napalm en frasco.

  3. Qué asco por dios! Esas fotos eran totalmente innecesarias! Me pica todooooo!!!!!!

    1. Avatar de Edu Reptil
      Edu Reptil

      Pero no son cucarachas! Son unos simpáticos insectos de aspecto vomitivo!

  4. jajajajajajaj hola Edu, pues que casualidad que acabo de utilizar tus mismas armas. No así tu técnica. Las he localizado pronto. Las fotos de las japos, mira que son raras ellas….

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