Somos elefantes, serpientes semejantes, bebiendo aguardiente en el Sol. Toda Valencia es víctima de una invasión de azahar intensa, la noche es un jardín de posibilidades, una laguna pacífica bajo un huracán inminente y todos somos siluros rasgando el agua apuntando a un lugar concreto. Matisse. Esta es una noche de esas que le gustan a Kenny. Seguramente habrá mirado al cielo un par de veces al menos, como el día en que realmente le conocí, en su casa, en aquella jam original en la que hablé al fin con él con calma bajo las estrellas y fuimos místicos, y tengo dudas sobre si esta palabra tendrá que ver con mist -niebla-, aunque he leído que procede de mystikós -cerrado, arcano o misterioso-. Pienso en él sentado en una terraza desde la que vivo la antesala de la Spring Black Festa con Aloma y sus ojos como cuevas llenas de pájaros crepusculares. Hoy vamos a llevar a cabo un aquelarre para dar la bienvenida a la primavera e invocaremos todo el paganismo del que seamos capaces. Red Gold & Green y Eardrum. Los brujos. Nosotros, los acólitos e iniciados. Ales Cesarini, un druida o un chamán, o Damballah Wédo cuando es vudú. Payoh Soul Rebel, el espíritu de un bodhisattva reencarnado. Dani Domínguez, el Brahman que llena el espacio de percusión cósmica. Juanen, poder de león manando de su garganta como un rugido que es una declaración de intenciones, Kenny Ken el fantasma negro de una pantera bajo los focos azules, todo el pelaje refulgiendo lunar.
Hay pocas cosas que disfrute más que beberme un buen ron con SL Ruiz que ya hace fuerza para entrar en la sala. Vamos allá. En la puerta van a ponerme un cuño pero en mis muñecas pone Cave Canem, como advertencia de lo que va a ocurrir. Cuidado con el perro que todos llevamos dentro porque esta noche se desata. No podemos esperar demasiado para bailar. Flan, ese genio, ha inventado algo muy alocado con una Kinect que ha profanado para conseguir que el espectáculo de visuales consista en la propia gente bailando. Por supuesto, luego se ha puesto el mismo en primera línea de fuego -que no se diga- y le veo como una silueta digital agitándose en una pantalla. Julia está aquí y siempre es una alegría inmensa verla. Su cabeza rapada dice belleza. Parece que la cosa va bien, Chema aparece y desaparece, está en el camerino y luego entre el público y luego tras unas gafas oscuras. Un buen síntoma es que hay mucha gente que no conozco de nada. Pero por supuesto también otros que sí: Deborah, Mateo, Beatriu Flor D’estiu, Laetitia Blue -que empieza con fuerza su cumpleaños-, Mati, grande en todas sus dimensiones, el Palmera, que es ubicuo, puro movimiento, Álvaro del Hierro -me alegro mucho de verle por estos lares-, Marc Soler Canals el mago de la luz y las emulsiones, Violeta Garín y su sonrisa interminable. Muchos más. Illán, Karen, Sole, Iraida, Xavi. Ya sabéis lo que siento por vosotros. No puedo decir mucho más a riesgo de quedar despalabrado, como decía aquel argentino escritor.
Si escuchar a María del Plata ya impresiona, que a esta situación se una un Jacobo todo soul y góspel, es para morir en el intento. Súmale la potencia del Ruiz, el motor humano de gasolina y decibelios. Pura vida. Jacobo, repite. Te has hecho de rogar demasiado. Nos dejaste elevados a un par de metros sobre el suelo. Por muchas cosas que tú bien sabes. Para los que no vinisteis, decir que lo de Kenny es estratosférico. Stratosfear, como Tangerine Dream. Creo que si digo que nos dejó sin aliento a todos no me quedo corto. Me giraba y veía caras de admiración y comentarios furtivos everywhere. Le hice cuatrocientas fotos. Por lo menos. Me sentí muy groupie, debo confesarlo. De él y de Sammy, y de Matt, y de Dani, y de Juanen, y de todos. Porque son muy buenos, y los shows están avanzando a pasos agigantados. Las veces que irrumpió Droi, porque él no aparece, él irrumpe, sólo pudimos hacer que saltar y maldecir entre sonrisas por el estilo que tiene. Muy salvaje. Es recordar esa noche y no querer cambiar ni un segundo de lo que ocurrió. Y pasaron muchas cosas. Buenas, todas buenas. Necesarias, justas, oportunas, festivas, límite. Por mi parte, no sé vivir de otra manera.
- El Pantocrátor
Ay tu primo colorado, con barba camburada, y llena de ballena, inclinándose al Sol, ay tu rayo de luz roja, besando nuestra boca, el beso que te sopla, shhh! Huele a alcohol. Devendra Banhart me ha poseído recientemente y debe ser la estación que entra pero no puedo -ni quiero- sacármelo de dentro sin un exorcismo. Si la noche te persigue, entrégate a ella. Reto aceptado.
La jam posterior a los conciertos fue para que no acabase nunca. Mucho amor y mucha energía fluyendo libre. Todo lo demás no sirve. Ninguna restricción, ningún complejo, nada de represión emocional. Aleja eso cuando acudas a una fiesta de Casiopea Collective. Aquí hablamos de pasión. Ese es nuestro idioma. Por la vida, por la música, por la amistad. Mientras compartía toda la euforia que sentía -y siento ahora-, pensaba, mañana quizás no exista. Hoy sí. Esta noche estoy vivo. No se puede vivir a medias. Decía un poeta muerto algo sobre un lento asesinato de ternura. Últimamente he visto muchos amaneceres y hay un pájaro azul que mañana anida en mi cuello. Es una señal del universo. Ay, tus tres ojos lunares, extraterrestriales. Larga vida o corta, pero intensa. El equinoccio es el clímax.
*Las partes en cursiva son fragmentos de la maravillosa canción Carmensita, de Devendra Banhart.
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