Hoy he dado mi primera clase en la Universidad, invitado por mi amigo, dramaturgo y profesor, Javier Sahuquillo. Espero que no sea la última, porque la experiencia ha sido magnífica. Una hora entera de Generación Beat, para alumnos de Filología. A las ocho de la mañana me he subido a una tarima y he comprobado con fascinación lo cierto de aquello de que desde arriba se ve todo. Por suerte no se han mofado de mí (o al menos eso creo) y he podido aportar mi pequeño grano de arena a la formación de unos alumnos interesados en la literatura.
La estructura de la clase: Explicación del concepto “generación”. El porqué de beat y beatnik Breves biografías de los mayores representantes. On the road. Howl. La escritura espontánea o kickwriting. Las mujeres y su papel en la Generación. Todo aliñado con Ginsberg recitando y Kerouac entrevistado en Canadá en el video que aquí podéis ver.
Tras despedirme me he equivocado y he cogido la chaqueta negra de cuero de un alumno por error, se parecía demasiado a la mía, solo que más nueva y menos raída. Afortunadamente, el sustraído se ha dado cuenta a tiempo y me la ha reclamado.
Por la tarde he acudido junto a María a la entrega de los premios Bancaja. El muflón inmisericorde, sobrenombre por el que también se conoce al anteriormente mencionado Javier Sahuquillo, ha ganado en la modalidad de teatro, por su obra Acequia. Recomiendo a quien tenga acceso a ella que la lea. A mí me ha dejado fascinado. Los diálogos circulares, la alternancia de voces, el canon casi musical realizado por las intervenciones de los personajes: un político en paro, un profesor de universidad y un oscuro joven; es sencillamente perfecto. Además, he tenido el placer de coincidir con el poeta Garikoitz Gómez Alfaro, quien ha ganado en la modalidad de poesía en castellano con su poemario Vendiendo Europa a los americanos, que aún no he leído pero que tengo aquí cerca listo para ser atacado. Gari (me permito la licencia de llamarle con este apelativo familiar), publicó en el primer libro de Editorial Cocó, Estaciones Desnudas. Este galardón que le ha sido concedido es un reconocimiento al trabajo de un poeta de talento y oficio.
El mejor momento de la ceremonia, demasiado solemne para el gusto de un servidor, ha sido sin duda el discurso realizado por nuestro premiado amigo, para estupefacción y asombro de los representantes del profesorado universitario, así como de Bancaja. No puedo explicarlo, no puedo hacer entender el efecto tras varias presentaciones al uso, así que lo transcribo:
En primer lugar, agradecer a los miembros del jurado que escogieran mi obra para obtener este galardón. Siempre resulta gratificante ganar un premio para satisfacer el ego del escritor, o al menos, una pequeña parte del mismo, dependiendo de si este es del tamaño de un cantón suizo o del Canadá. ¿Cuál es el mío? Hay preguntas que no merecen ser respondidas.
Esta obra, Acequia, no es un éxito individual, no es Javier Sahuquillo, no es, en definitiva, la representación de un YO del tamaño de la estatua de Fabra. ¿Por qué? Porque un escritor no es un ser aislado y marginal que habita en una urna de cartón piedra a la que prender fuego el día de San José. Un escritor es víctima del contexto con el que cohabita y, por tanto, convive con una comunidad interpretativa que le sugiere, impulsa, censura, apoya, inspira, demoniza, glorifica, pervierte y, si tiene un arranque antihigiénico, escupe.
Toda creación literaria no es producción exclusivamente de una mente enferma, sino de la influencia mutua, del huso acromático que se establece entre el autor y su comunidad interpretativa, que en mi caso es Sense Trellat, o mejor dicho, Teatre del Sense Trellat, aderezado con un poco del vino emplumado que destilan los patos salvajes de la isla de Balbec. ¿Y qué es el Teatre del Sense Trellat, se preguntarán ustedes? Seguramente no se lo pregunten, pero la retórica que me impone el soliloquio me obliga a responder, que Teatre del Sense Trellat es una erre cuya extremidad más oriental tiene la curvatura del cuerno de un muflón. Muchas gracias.
Casi nada. ¡Viva y bravo!
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