Sci fi Week Vol.2: Deus ex machina

La Ciudadela Mecánica era un prodigio de la sincronía y la coordinación. Estaba anclada a una superficie repleta de cráteres, en un planeta minúsculo, y se desconocía si se trataba de una cárcel ideada por una mente superior, o un simple juguete averiado de alguna casta de dioses ya extintos. En su interior habitaban, a modo de piezas vivientes, los Glon, una de las especies más complejas de aquel Todo. Esta suerte de forma de vida, si es que podía recibir tal calificativo, estaba formada por individuos absolutamente genuinos, cada uno de ellos distinto en apariencia a sus congéneres. El conjunto de los Glon constituía el cubo en sí mismo. Habían sido dispuestos de tal manera, que servían de engranajes al complejo mecanismo viviente que los apresaba. Alguien, algo, nada o nadie, había puesto en movimiento aquella prisión técnica, aquella máquina demencial, eras atrás. Desde entonces, unos sobre otros, se deslizaban, se acoplaban, se conectaban, se golpeaban, transmitían a través de sus cuerpos la cadencia de una energía que nunca escapaba. El fin de todo aquel perverso derroche de ingenio y conocimientos tecnológicos es imposible de adivinar. En aquel cautiverio, desarrollaron su sociedad, única y melancólica en su perfección. El contacto y la ausencia de cambios relevantes en su situación, era lo único real. Los Glon existían, sencillamente. Sus mentes aletargadas no conocían nada excepto el movimiento perpetuo, y por ello, descansaban sumidas en un estado de reposo infinito.

Por caprichos de la evolución, o por algún error inesperado en el funcionamiento de uno de ellos, la llama de la conciencia afloró en un mundo chirriante y de color bronce. Esta incipiente concepción del yo, llevó aparejada la terrible condena de la percepción del otro, y provocó, de forma súbita, la aparición de un sentimiento primitivo, similar al que en otro universo recibía el nombre de amor, dirigido al congénere que en aquel justo instante establecía contacto con el recientemente despierto al dolor de la pérdida. Pudo sentir el tacto de ese otro cuerpo dormido, inconsciente, que ya se alejaba rumbo a cualquier sector de aquella monstruosa trampa de la ingeniería. Probablemente, la sensación de abandono, el sufrimiento intenso y ácido que le corroyó hasta la extenuación, fue el detonante.

A modo de dos gigantescas burbujas, su Todo y otro, perdido en los confines de la Lógica, comenzaron a aproximarse a través de las lagunas dimensionales de la eternidad, hasta que en algún momento ajeno a todo entendimiento, se tocaron, e iniciaron la Fusión, como dos pompas inconmensurables que se absorben mutuamente, deformándose, para recuperar posteriormente la forma original, con un tamaño mayor. Ahora, a raíz de este nexo, dos universos con un lugar común, pudieron compartir la desdicha que les unía, a modo de fantásticos hermanos siameses.


Comentarios

Una respuesta a «Sci fi Week Vol.2: Deus ex machina»

  1. Avatar de Ana Castillo
    Ana Castillo

    ¿Por qué será que la primera parte de tu escrito me recordó nuestro sistema educativo (normativa y funcionarios) en espera del cambio evolutivo de la conciencia?

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